miércoles, 28 de octubre de 2015

Torrente infernal



Escapé sin control a ese momento en que destartalado el mundo giraba en torno mío. Eso pensaba yo, que iluso fui. ¿En qué momento fui tan loco para pensar así? El ojo del huracán, eso sí podía ser.
Me encontraba, sin duda alguna, en el centro mismo de la gran tormenta, que presurosa y rebelde se acercaba. Tremenda furia despertó la fiera que en manos del hombre barrunta y trémula debe esperar la humanidad su destrucción sin dilación alguna, sin vuelta atrás. La cuenta atrás comienza, mientras corres presuroso para poner a salvo tu trasero, sin pensar siquiera hacia donde marchas. ¿Cogiste algo?, ¿avisaste a alguien de lo que viste? Sentiste miedo, te embargó el pánico y el egoísmo de la supervivencia individualista te privó de sentido común y te otorgó premura.
Sin más en el buscar y no encontrar endiosaste, sí tú mejor que nadie, sólo tú, en tu cordura incipiente, habías sido señalado por el poder de los dioses, tenías el privilegio de salvarte. ¿Cómo? Eso ya era cosa tuya. Cuán grande concesión tenías ya, ¿fácil? ¡No! La ley del mínimo esfuerzo y tú siempre habíais sido grandes amigos, ¿verdad?, pues se acabó. A dilucidar…
La mente, ese gran ente con vida propia, que distorsiona la realidad a nuestro antojo.
¿Y si todo fue producto de tu imaginación? ¿Cuándo dejaste de volar hacia el ojo del huracán? ¡Vaya! Dejaste de percibir aquella energía extra que te hacía sentirte superior…
¿Y ahora qué? ¿Cómo lo vas a solucionar? Sientes las hormigas que cosquillean tu piel buscando ese alimento del que han sido privadas. Tal vez, entonces, no has soñado… Todo está perdido, la destrucción de tu mundo, tú mismo. ¿Sientes cómo te invade la jungla? Estás atrapado en ese continuo deambular, ese girar sin vuelta atrás…
¡Chico! Despierta… Deja de mirar la lavadora de esa manera.

MARÍA JOSÉ LUQUE FERNÁNDEZ


jueves, 22 de octubre de 2015

La perla



Entra el pescador de perlas en el hogar
acaricia desde algún recóndito lugar de la memoria
la perla que le descubrió el fondo del mar:
Espíritus de los océanos, devolvedme su voz, su brillo.
No podemos devolverte lo que no has perdido.
La sordera del pescador es abandono.

La perla de pensamientos circulares nacarados
rondaba en la memoria del pescador.
Un día, cuando el sol se le hincó durante la intimidad de su aseo,
resbaló perpleja por la piel desnuda del hombre, hacia el sumidero.
Mezclada con todas las aguas
volvió al mar.

Intuyendo recorreré otros puertos
en busca de mejores destinos, pensó la perla,
es más natural, que no ser nada en una mente que necesita desdeñar,
porque así es más fácil vivir olvidando sin esfuerzo.

Recibió alabanzas y honores.
Engordó su nácar y su volumen.
Percibiendo se reía,
descubriendo nuevas mentes hasta lloraba
¡No puede ser! —fingía incredulidad.

En el anochecer de su vida,
cuando fue imposible ignorar el mar,
recibió un nombre de los pescadores de pensamientos
Sabiduría —dijeron.
YOLANDA ROMÁN

jueves, 15 de octubre de 2015

El amor verdadero



La persona que en verdad ama es como aquel ermitaño
que vivía en un bosque abundante de árboles frondosos,
de arbustos frutales, de fauna inescrutable,
de un hermoso manantial del cual brotaba el agua más cristalina
y mineral, se podría decir que ozonificada
aquél era un paraíso donde el fauno platicaba con las hadas
alrededor de una soleada fuente mientras revoloteaban alrededor
del rey del bosque…
El ermitaño admiraba cada rincón, hoja, gota de rocío,
el canto del agua al correr en su caudal en la ribera,
cada animal, ave, e insecto de aquel hermoso jardín.
Sin embargo, en la penumbra estaba otro ser, en la gruta más oscura
y escondida del bosque siempre había existido un ente,
una criatura que se movía como sombra siniestra
que engaña e injuria a todos los habitantes del vergel.
Un día visito al ermitaño, y le preguntó si amaba al bosque y sus habitantes.
El ermitaño le dijo que sí, que era capaz de cualquier cosa por su amor.
La sombra le contesto con astucia, e intención de engaño: 
—¡Un día morirás y todo lo que amas quedará para alguien más! ¡Destruye todo antes de partir! Así eterno será el objeto de tu amor, porque sólo en la mente de aquellos que sobrevivan se verá todo por lo que vives hoy —terminó de hablar la lobreguez frotando sus manos y viendo fijamente con sonrisa inicua en sus labios.
La respuesta del ermitaño fue tranquila como su mirada:
—El árbol que no ha de darme sombra, el agua que no he de beber, el fruto que no comeré tiene que perdurar, pues ellos darán testimonio, igual que la brisa limpia y fresca que viene de los horizontes de que los amé y la prueba más grande de ese amor es dejarlos para alguien que los ame igual o más que yo.
Así, la obscuridad al ver la noble convicción del ermitaño se apartó, se fue cabizbaja moviéndose entre los árboles, el fauno se apartó para dejarla pasar y que se alejara y fue devorada por los rayos de sol que penetraban a través del follaje de las inmensas secuoyas, los príncipes del bosque.
El fauno se acercó al ermitaño, viéndolo cálidamente como ven los hermanos y poniendo sus garras suavemente en el hombro del solitario hombre del bosque le dijo:
Así es el amor verdadero, el don más preciado que regala es la libertad al objeto de su cariño.

PEDRO OBANDO

viernes, 9 de octubre de 2015

La extranjera



A Alejandra P.

¿De qué reino del miedo
fuiste expulsada?

¿Quién te trajo a la hostilidad
de este mundo que no sabías vivir?

Alguien erró contigo,
Alejandra.
No hubo reglas, piedad.

Imposible no convocar 
a la salvación
y acudiera la muerte.

ALEJANDRA GUTIÉRREZ

jueves, 1 de octubre de 2015

Las desventuras del joven Werther



Autor: Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832)
Año de la obra: 1774

Goethe fue uno de los miembros destacados del movimiento literario denominado <<Sturm und Drang>> (Tempestad e ímpetu) que comenzó allá por 1770-1771 encabezado por Herder. Fue un hombre de grandes inquietudes, pues además de la literatura probó suerte con la pintura y en su faceta de científico e investigador en los campos de la mineralogía, la física, la botánica, la meteorología, la anatomía, etc. (descubrió el intermaxilar del hombre) y asimismo también en el ejército. Gracias a una invitación del duque de Sajonia se traslada definitivamente a Weimar desde su Fráncfort del Meno natal en 1775, año en que entra en la corte gracias a la cual tiene la oportunidad de conocer a personas tan destacadas como Schiller (1794), Napoleón (1808) y Beethoven (1812). Abandonará la corte, cansado de ella, e irá a Italia desde 1786 hasta 1788 año en que regresaría a Weimar. Fue Goethe tan enamoradizo como su Werther. Un año después, luego de ser instruido en religión, mientras sanaba de un tumor canceroso gracias a Susanna Katharina von Klettenberg una amiga de su madre que le causó una profunda impresión al joven de diecinueve años (a la cual homenajea en la novela quizás por simple agradecimiento). Conoce entre 1770 y 1771 a Friedericke Brion, la hija del pastor de Sesenheim, de la cual se enamora hasta 1772, año muy importante en la vida de Goethe y para la novela. En Wetzlar conoce a Charlotte Buff (Lotte en la obra) de la cual también se enamorará, aunque finalmente ella acabará casándose con Johann Christian Kestner (inmortalizado como Albert en la novela), jurista y archivista (incluso él les regalaría los anillos de boda pese a lo cual no le comunicarían  la unión hasta ya consumada). Aconsejado por su amigo Merck regresa a Fráncfort donde conoce Maximiliane de la Roche, hija de la poetisa Sophie von la Roche, que le fascina (tendrá que dejar de verla por los celos de su marido Peter Brentano), escribe esta obra y está a punto de casarse con Lili Schönemann. Ya en Weimar entabla amistad con Charlotte von Stein, mujer inteligente, casada y mayor que él que le ayudará. En1789 comienzan su relación con Christiane Vulpius, con la cual tendría un hijo y se casaría en 1806. Aún tendrá en 1821, cinco años después de morir su mujer, un nuevo romance con la joven Ulrike von Levetzov. Goethe fallecería en Weimar el veintidós de marzo de 1832, a los ochenta y dos años a consecuencia de un infarto agudo de miocardio.
El libro, de estilo epistolar, se compone de las cartas que envía Werther a Wilhelm principalmente y todos los personajes están inspirados y poco ocultados en otros reales. Werther es sobre todo Goethe en el libro primero y su amigo Karl Wilhelm Jerusalem en el segundo. Éste se suicidó en el mismo año y de la misma manera que Werther. Albert, como ya hemos dicho, es Johann Christian Kestner, Lotte está inspirada en Charlotte buff con algún retazo de Maximiliane de la Roche, como sus ojos y, como es lógico, el esposo de esta última, Peter Brentano, es en la novela el verdadero impedimento para el romántico de Werther como lo fue de Goethe. Hasta la aldea, Wahlheim se identifica con la real Garbenheim, muy próxima a Wetzlar.
Werther es un joven que se traslada a vivir a Wahlheim, allí conoce a Lotte de la cual se enamora. Pero  está comprometida con Albert, un buen hombre con el que entabla amistad nuestro protagonista (en la primera edición de 1774 Goethe no le deja bien parado pero en la segunda, revisada, de 1787 rectificó por las molestias de Kestner). Werther, aconsejado por Wilhelm, el destinatario de la correspondencia, abandona la aldea (recordemos que eso mismo le dijo Merck a Goethe) y acepta el puesto de secretario de legación en una ciudad del sur (el mismo puesto que Kestner en Wetzlar, con lo que el autor confiesa implícitamente su deseo de estar en el mismo lugar aunque en el deseo del corazón), Allí conoce a una mujer que, sin embargo, no le hace olvidar a su gran amor. Así, cansado del mal humor de su jefe, el embajador y de los cotilleos y abrumado por el recuerdo de Lotte, regresa a wahlheim donde encontrará a su amada casada con Albert (eso mismo ocurrió en la realidad). Desesperado, envía a un criado a casa de Lotte para pedirle a Albert sus pistolas, ella temerosa se las entrega y Werther se suicida de un disparo por encima del ojo derecho ( en la carta enviada a Wilhelm el doce de agosto de 1771 le narra la conversación sostenida con Albert, firme opositor del suicidio, que le reprochaba la justificación que hacía Werther del mismo si era para librarse de las penalidades y en la que este último colocó el arma en el mismo lugar en que se dispararía finalmente). Las fechas de las cartas datan desde el cuatro de mayo de 1771 hasta el veinte de diciembre de 1772.
Esta novela, muy recomendable para amantes del romanticismo, fue todo un fenómeno literario en su época que se trasladó en la manera de vestir y que aumentó los niveles de suicidio.
Otras obras destacadas de Goethe son <<Ifigenia>> (1779), <<La vocación teatral de Wilhelm Meister>> (1777), años de peregrinación de Wilhelm Meister>> (1821), <<Poesía y verdad>> (memorias en IV volúmenes) y sobre todo <<Fausto>> (1808 y 1833).

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