lunes, 28 de mayo de 2018

Embrujo



En la oscuridad,
en una noche sin luna ni luceros,
mis lágrimas lanzo al viento.
Bajo el embrujo de mi soledad,
llena está mi alma de desilusión
y triste y solitario mi corazón.
Hundida en el silencio
de mis noches vacías…
la soledad cobija…
mi alma en agonía.
Ya no río, sólo vivo,
añorando ese amor
que robose mi alegría.
POÉTIKA @Poetikas1

lunes, 21 de mayo de 2018

Cruces de vida




     De maderas nobles, cuentan los moribundos nobles, dicen estos ahora, cual efímero ya es su tiempo, que besaron la cruz con magnanimidad honorable y respeto.
     Cuentos, las comisuras se llenan de las halitosis de sus mentiras, de esas queilitis desarrolladas por sus propias infecciones, de cuando en vida robaron las de otros, sus ilusiones, violando con sus antojos las verdades de tanto pobre.
     Ahora, en su limo y cieno su esperanza, su alma se balancea buscando la calma, cual carroñero buscando ese putrefacto hígado, el cual le alimente un día, sólo uno, solamente segundos de desesperanza que le otorguen un resuello, capaces son de creerse sus propias mendicidades. Encima de él acompaña una cruz, diríase de olivo, aunque también podría ser de abeto.
     Y la cruz se mueve por una pequeña ventisca, alguien cierra rauda la ventana, el moribundo yace ahora muerto, no se compra una nueva vida con otra sucia mentira.
     Un pájaro canta desde el alfeizar, un cuervo sin duda, en esa casa jamás canturreó otra más bella ave, quizás ahora que muere la hiena, multicolores se ofrezcan a dar vida a sus jardines, quizás, ¡sólo Dios sabe!

martes, 15 de mayo de 2018

Dulce beso



Dulce beso que sanó el alma,

compañero en la memoria,

recuerdo en los labios,

sonrisa en las manos.


Dulce beso,

y en los sueños presentado,

en la piel acalorado,

en las mañanas brisa fresca.


Dulce beso,

que fuimos alegría al alba,

regalo de los dioses.

Seremos futuro cuando lo pensemos.


Dulce beso tú y yo,

quisiera y quiero besarte

bajo aquella luna que nos presentó.

Amor amante.

miércoles, 9 de mayo de 2018

La manada callejera



El hada Dulcinea salió muy tarde de la fiesta. Cuando se trataba de días festivos, como el 7 de julio, las horas podrían pasar sin que pudiera dormir. Estas noches solían ser eternas.
—Me vuelvo a casa —decidió.
Se puso sus botas, se arregló las alas y regresó a la casa donde se hospedaba estos días. Tampoco abundaban mucho. Pamplona era una ciudad pequeña y acogedora con grandes bloques de vivienda ecológicos.
Dulcinea deslizó sus alas por las empedradas calles de la capital navarra. Sus mejillas rojas y su aura brillante la convertían en una especie de luciérnaga gigante. Cuando caminaba, dejaba una huella de polvos mágicos. Unos lobos olieron los polvos mágicos. Mostraron su brillante dentadura, se la relamieron y persiguieron al hada.
Enseguida se percató de que la estaban persiguiendo y aceleró el paso. Unas gigantescas sombras oscurecieron las calles. Corrió. Los lobos fueron tras ella. Corrió más deprisa. Los lobos corrieron más salvajes.
Dulcinea terminó en un callejón sin salida. Una lágrima discreta caía por su ojo izquierdo. Se sentía indefensa ante las miradas ávidas de sangre de la manada.
ÓSCAR ALONSO TENORIO