Año de la obra: 1865
Alicia
existió en realidad. Se llamaba Alicia Liddell, una niña por la cual el autor
sentía una extraña devoción en particular, al igual que por las niñas en
general. A los niños les tenía menor simpatía. El cuatro de julio de 1862,
Carroll y su amigo y compañero de estudios en el Trinity College de Oxford, el
reverendo Robinson Duckworth, llevaron en una excursión en barca a las tres
hermanas Liddell: Lorina, de trece años, Alicia, de diez y Edith, de ocho,
hijas del decano. Ante la insistencia de éstas de oír un cuento, Carroll se
inventó éste y en las Navidades siguientes se lo regaló redactado e ilustrado de
su puño y letra a Alicia. Tres años después, en 1865, Carroll publica el cuento
con algunos retoques y con las ilustraciones de su amigo John Tenniel. La
fantasía onírica, su sencillez y el candor de una Alicia, en ocasiones algo
cursi pero muy atrevida, vestida al más puro estilo Victoriano, por cierto,
hacen que este cuento sea un verdadero placer y muy ameno para quien lo lea. Es
muy recomendable para niños y también, por qué no, para adultos, pues todos
podemos caer en la madriguera de nuestros sueños que nos conduzcan a un mundo
maravillo. Así lo debió de ver Walt Disney, un verdadero genio, que realizó en
1951 una película de dibujos animados. Las tres hermanas Liddell son
mencionadas solapadamente en varios pasajes de la obra, entre otros, en dos
canciones del décimo capítulo. Carroll parodia todos los poemas y canciones que
aparecen en este cuento. Cabe señalar además que tanto la Alicia de la vida
real como la de ficción tenían una gata llamada Dina, tan mencionada en esta
obra.
Todo
comienza cuando Alicia, sentada a la orilla del río junto a su hermana, ve un
conejo blanco que la llama la atención y decide correr tras él. En su afán por
cogerle cae en una madriguera muy profunda y, tras numerosos cambios de tamaño,
logra colarse por una portezuela junto con un ratón que la lleva hasta la
orilla, donde tendrán un coloquio con algunas aves. Después presenciará
nuevamente al conejo que, al verla, la confundirá con la doncella y le dará un
par de guantes y un abanico para que se los entregue a la Duquesa, pues él
tenía mucha prisa. La pobre Alicia, en su afán por ayudar, asume el encargo sin
saber la dirección a la cual debe acudir, pero cuando se introduce en una
pequeña casita comienza a crecer tanto que queda atrapada en ella. Por fortuna,
unas piedrecillas que le tiraron se transformaron en unos pastelillos que, al
comerlos, la hicieron menguar. Allí conoció a Pepito el Lagartija y a otros
animalillos de los que tuvo que huir por el enfado que tenían tras romperles su
casa accidentalmente. Luego tuvo ocasión de charlar con una oruga que le da un
productivo consejo: que mordiendo un trozo de un lado de la seta, de la cual
había descendido, crecerá y del otro menguará. Así pues, se la guarda. A
continuación, conocerá a la famosa Duquesa, la verá en el interior de su casa
presenciando allí un panorama horroroso: A ella, voluminosa y fea criatura que
tenía entre sus brazos a un cerdito al cual lanzaba por los aíres cuando le
cantaba una nana, una cocinera que no hacía más que echar pimienta hasta el
punto de estornudar y un gato de Cheshire que siempre sonreía y que tenía la
capacidad de hacerse invisible a su antojo. Este personaje es sumamente
interesante, pues además de poder aparecer de repente no lo hacía por completo
si no quería. También cabe destacar que Cheshire era el condado natal de Lewis
Carroll donde se hacían unos quesos antaño que tenían la forma de un gato con
una hermosa sonrisa pintada encima. Por si todo esto fuera poco la expresión
<<sonríe como un gato de Cheshire>> era corriente en la Inglaterra
de los tiempos de Carroll. Tras salir de la casa de la Duquesa, la cual, por
cierto, siempre sacaba moraleja a todo, Alicia se encuentra con la Liebre de
Marzo, el Sombrerero y un lirón que estaban sentados alrededor de una gran mesa
llena de tazas de té, pero muy juntos, bebiendo de manera obsesiva. Éstos la
invitan y acaba siendo una verdadera merienda de locos. Cuando se cansó de
ellos, Alicia continuó su camino y se adentró en un jardín donde halló uno de
los pasajes más célebres del cuento: Los naipes de corazones, cuya Reina le gustaba
decir continuamente <<¡qué le corten la cabeza!>>, juegan todos al
croquet por imposición de ésta, con un flamenco como palo y un erizo como bola.
La Reina entonces preguntó a Alicia si había visto a la Tortuga Artificial y
ante la respuesta negativa de la niña ordena a un grifo que la lleve ante ella.
La Tortuga Artificial era un animal muy triste, aunque en estos capítulos. El
nueve y el diez bailan y cantan parodiando las canciones, al igual que en el
resto del libro se hace con éstas y los poemas. En este pasaje se hallan dos
temas en especial que cantaron las hermanas Liddell. Uno de ellos se titula <<Estrella
vespertina>>. La obra culmina con un estrambótico y disparatado proceso a
la sota de corazones por el supuesto robo de unas tartas. Alicia lo contempla
todo estupefacta al tiempo que con interés. El juez era el Rey, que era algo
despistado; la Reina era la fiscal, que solicitaba, naturalmente, una y otra
vez la cabeza de la pobre sota; el jurado estaba compuesto por numerosos
animalillos, entre los cuales se hallaba Pepito el Lagartija y el alguacil no
era otro que el conejo blanco. Llamaron a dos testigos: primero al sombrerero
que acude, claro está, con una taza de té en la mano y después a la propia
Alicia. Pero ésta había estado creciendo durante el juicio hasta su estatura
normal. Finalmente, se rebela contra las irregularidades cometidas durante el
juicio. Es atacada por los naipes y es entonces cuando Alicia se despierta
junto a la orilla del río, al lado de su hermana y comprende que todo había
sido un mágico y maravilloso sueño. ¿O acaso fue realidad?
Lewis
Carroll es, en realidad, el seudónimo de Charles Lutwidge Dogson, formado al parecer por sus dos
nombres. Hasta en eso demostró su gusto por los juegos de palabras. Fue profesor
de matemáticas entre 1855 y 1881 en la Universidad de Oxford además de lógico y
se interesó por la fotografía. Suyas son las obras <<Alicia a través del
espejo y lo que encontró allí>> (1872), segunda parte de <<Alicia
en el país de las maravillas>>, <<La cara de Snark>> (1876) y
la novela en dos volúmenes <<Silvia y Bruno>> (1889-1893).
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"Alicia en el país de las maravillas" es una obra magistral de Lewis Carroll que recomiendo a todos leerla alguna vez, pues no sólo es obligada para los niños, sino también para los adultos ya que todos tenemos ese espíritu infantil que nunca hay que perder.
ResponderEliminarUna gran obra que deberíamos leer todos, pues es mucho lo que nos deja entrever. besos amigo.
ResponderEliminarSí, así es, Marijose. Lewis Carroll fue un gran matemático y gracias a su sabiduría logró jugar con las palabras y escribir así una obra magistral. Todas las reseñas de libros pertenecen a las fichas que hice tras leerlos. Me alegra que te gusten.
EliminarGracias por tu comentario y un beso, amiga.
Esta obra ha sido interpretada desde muchos puntos de vista, como la filosofía, la psicología... Hacen referencia a la madriguera en algunos documentales de física. Es una obra interesante, desde todas las perspectivas. Interesante que su creador haya querido hacer simplemente un cuento! Interesante que este cuento provenga de una mente matemática! Excelente recomendación, Luis!
ResponderEliminarMuy interesante reflexión la tuya y muy aleccionadora. Se ve que eres una persona sabia y sabes de literatura.
EliminarGracias por esta apreciación, Valerita´s. Un saludo.