Autor:
Fernando de Rojas (1470-1541)
Año de la obra: 1499
Fernando
de Rojas, probablemente de origen judío converso, cursó estudios de Derecho en
la Universidad de Salamanca. Tuvo la fortuna de encontrarse el primero de los
veintiún actos y a partir de ahí escribió los restantes. El autor anónimo
podría ser Rodrigo de Cota o Juan de Mena, especialmente el primero, judío por
cierto, a quien se le atribuye el primer acto. En principio la obra se denominó
<<Comedia de Calisto y Melibea>> para, posteriormente, cambiar el
apelativo de comedia por el de tragicomedia, más acorde con el triste final de
los amantes. Rojas encontró en un índex de frases de Petrarca impreso en
Basilea en 1496 una importantísima fuente de referencia, de ahí que se sospeche
que poco después se editase la obra,
quizás un año más tarde, pero las primeras ediciones conocidas son las de 1499
en Burgos y 1500 en Toledo (primera completa). Luego vendrían las de Sevilla en
1501, Toledo y Sevilla en 1502, Zaragoza en 1507 (primera tragicomedia española
conservada) y Valencia en 1514.
El
propósito de la comedia, según Rojas, es el de enseñar a los amantes cómo
escapar de la cautividad del amor. Coincido con Dorothy S. Severin en que
<<La Celestina>> tiene como similitud con <<El Quijote>>
en que ambos protagonistas están “locos”, uno de amor y otro por las novelas de
caballería, si bien estas últimas le llevan a Don Quijote a enamorarse de una
ficticia mujer (Dulcinea) a diferencia de la real Melibea de Calisto. En poco
más se parecen dichas obras.
Además de
Petrarca, Fernando de Rojas utilizó otras fuentes como la <<Cárcel de
amor>> (1492) de Diego de San Pedro, el <<Libro del buen
amor>> de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Ovidio y Virgilio, entre otros.
Se observa en el libro cierta atracción lesbiana y pedófila mientras el autor
refleja su convicción de que el amor es la mayor delicia y el mayor tormento de
la vida: <<Dulce ponzoña, blanda muerte>>, como dice la hechicera
Celestina, auténtica protagonista de la novela, que ya en el siglo XVI llevaría
su nombre.
Calisto
es un caballero ciegamente enamorado de una joven de alto linaje llamada
Melibea que en principio le desprecia. Un criado de éste, Sempronio, le dijo a
su amo que le ayudaría a conseguir su favor seguro de que le pagaría con
creces, para ello recurre a la vieja hechicera Celestina, con la que pacta
repartir el botín y entre ambos convencen a otro criado, Pármeno, más fiel, de
unirse a ellos. Esto lo consigue sobre todo Celestina con la promesa a Pármeno
de que haría suya a su amada Areúsa, una prostituta prima de Elicia, mujer del mismo gremio y a su vez
amor de Sempronio. Celestina visita a Melibea y le comunica a ésta que Calisto
sufre de dolor de muelas por ella (el equivalente a sufrir de amor) y logra que
le entregue un cordón suyo para él, sobre el cual lanzaría un conjuro que
sirvió para enamorarla. Por otra parte, Celestina consigue unir a Areúsa y
Pármeno y recibe de Calisto en recompensa de sus servicios una valiosa
cadenilla que no comparte con Sempronio y Pármeno. Así, estos indignados por
dicha traición la matan en presencia de Elicia y, posteriormente, son
ajusticiados. A partir de ahí, Areúsa y Elicia se lanzan en una cruzada contra
Calisto y Melibea a los que consideran culpables de haber perdido para siempre a
sus amantes y tras sonsacar Areúsa a Sosia, criado de Calisto, dónde irá esa
noche con su amo, éste le dice que a casa de Melibea acompañados por Tristán,
otro criado. Después la propia Areúsa embauca de amor a un rufián llamado
Centurio y le convence de que mate a Calisto. Esa noche cuando los dos
enamorados están en el cuarto de Melibea con la complicidad de Lucrecia, criada
de ésta, oye Calisto que sus dos sirvientes están siendo atacados y al acudir
en su ayuda se cae de la escala y se mata. Melibea, ante tal desgracia, se tira
desde la torre para morir con él ante el penar de sus padres, Pleberio y Alisa.
Auténtica
parodia del amor, alegato contra el mismo y mofa de los enamorados. La
declaración final de Pleberio indica con claridad la voluntad de Fernando de
Rojas al escribir la novela. Muy entretenida.
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