sábado, 29 de agosto de 2020

El bosque encantado


 

Érase una vez una niña,

tan alegre como hermosa,

presa de la fantasía

que le imbuía los sentidos.

 

Soñaba con ser la reina

en aquel bosque encantado,

cabalgando en mariposas

de color verde y encastado.

 

Ser dueña de ese universo,

de ese lugar tan querido,

pues era lo más ansiado

por su corazoncito colorado.

 

Unos enormes caracoles

guardaban esa tierra

como si fueran soldados

y su concha era su escudo.

 

Tantos y tantos animales

poblaban aquel bosque

de cuento maravilloso,

ese universo encantado.

LUIS FERNANDO RAMOS MARTÍN

 

martes, 18 de agosto de 2020

Sensatez ante el mal

 

Vuela libre blanca paloma,

escapa de este lugar

de personas insensatas

dispuestas a contagiar

este virus que es mortal,

que nos ataca con saña

en nuestra querida España

y que es maldición global.

Solo se puede vencer

sí tenemos precaución,

arriesgar la vida ajena,

desoyendo a la prudencia,

bien merece la prisión.

No olvidemos a aquellos

que murieron por nosotros,

los que fueron aplaudidos.

Debemos seguir honrando

a todos los que nos ayudaron,

con empeño y humanidad,

pero ahora ese tributo

no deben ser aplausos,

debe ser algo más,

sensatez y solidaridad.

LUIS FERNANDO RAMOS MARTÍN

domingo, 9 de agosto de 2020

Piel canela


 En la barranca apureña

conocí a piel canela

mujer de ojos verdes

pelo rubio y piel trigueña.

 

La quise más que a mi madre

y por ella mataría,

pero mujer igual que Eva

no me quiso comprender

y con un indio bravo

el mundo se fue a recorrer.

 

La busqué por todas partes

por el más mínimo rincón

y cuando más desalentado

estaba mi corazón.

 

La vi en Caracas,

elegante, coquetona,

pretenciosa y muy bonita.

 

Rebajando todo mi orgullo

hablarle creí poder,

pero ella con mirada

de desdeño mi gran amor

no quiso comprender.

 

Piel canela lo que has hecho

no sé borra de mi alma

y creo que mi Dios

se cobrará mis amores

poco a poco y con calma.

 

Ahora lo que me resta

es irme donde te conocí

allá a la Barranca Apureña

y allí poder recordar,

esos ojos verdes,

ese pelo rubio

y esa piel trigueña.

 

SIMÓN TRUJILLO