miércoles, 27 de mayo de 2015

Publicidad no engañosa



Como un dulce olor a canela y naranjas suspendido vagamente en el aire; una presencia que no puedes advertir a menos que prestes atención y que sin embargo te impregna, te acompaña cada segundo, acaba por modificar los otros olores que percibes. De tal forma llegó a mi vida, y ni tan siquiera era consciente de respirar en aquellos días.
Recuerdo retazos de sonrisa blanca; una mirada casi infantil color hojas de otoño; unas manos grandes y ásperas, hechas para ayudar a la tierra a parir sus frutos o para trabajar caricias nuevas en una piel infértil de desengaño. Si cierro los ojos y me deshago del tiempo, su recuerdo aún alisa mi frente en señal de inocencia renacida, aún frunce mis labios formando un panal de besos al aire. Si cierro los ojos y me deshago de las trabas del llanto, retornan nítidas sus palabras sin voz, los susurros compartidos a la vera del deseo, las risas mudas que formaban algarabía en los cuerpos satisfechos.
Perfumó mi vida como se perfuma la atmósfera en primavera, disfrutando a su lado de un imprevisto picnic en los bosques antesala de la felicidad. De nuevo pude experimentar rubores olvidados que la sangre viva coloreaba en mi tez, del efecto de secretos bálsamos para un alma dolida, de la renacida opulencia en los latidos de un corazón que padecía de sequía emocional.
Le debía tanto y me hizo tanto bien, que cuando estuve restablecida y llegó el momento, ni siquiera pude decirle adiós. Confío en que lo comprendiera y en que me olvidara como se olvidan las estaciones pasadas. De otro modo no le dejé en prenda más que mi propio dolor y un regusto de almendras amargas.

P.D.: El envase de mi nuevo ambientador para el salón prometía “un viaje sensorial”, pero nunca pensé que tuviera la facultad de hacerme recordar con nitidez cosas que nunca han sucedido…

JULIA C. CAMBIL


miércoles, 20 de mayo de 2015

Las lunas tersas



Pero viendo sus ojos
se me cae la promesa,
de ignorar su presencia.
de olvidar su existencia.
Y este deseo que me quema
hacia esa sensual sentencia.
Sus labios me condenan
a una cárcel bella.

Ojos de diosa Azteca
con fuego en sus venas,
con el alma de una niña eterna
que ve con el corazón y ama con vehemencia.

Mas mis acciones me destierran
de su corazón de doncella
y entre más la veo, más me hundo en mi destierro.
Mas siento una promesa a través del tiempo
que no se ha cumplido con deseo,
que no se ha cerrado el conjuro abierto.
Hasta no cumplir el destino impuesto
no se calmará nuestro desasosiego. 
 
LEÓN BONET

jueves, 14 de mayo de 2015

La última cena



Estaban todos, como él esperaba sin un atisbo de duda de si alguno podía fallar a esa cita, sentados a una gran mesa esperando la cena. Los conocía bien desde hacía tiempo y, de pie, con una copa de vino en la mano, miraba a cada uno de ellos, sonriente, expectante, buscando el momento adecuado para pronunciar unas palabras, mientras los invitados le miraban unos, otros charlaban con el de al lado descarada e inconscientemente, omitiendo el obligado deber de respeto a su anfitrión y líder. Levantó su brazo y anunció, con asombro de todos, su incondicional retirada al bunker.

ANTONIO PÉREZ RUIZ

viernes, 8 de mayo de 2015

Hamlet, Príncipe de Dinamarca



Autor: William Shakespeare (1564-1616)   
Año de la obra: 1599-1601 aprox.

Obra de traiciones, intrigas palaciegas, venganzas y reflexiones existenciales en la cual a Hamlet pronto se le plantea una terrible tesitura, cuando Horacio y otros amigos suyos le aseguran que a medianoche se les ha aparecido la sombra de su padre, el anterior Rey de Dinamarca y una noche que acude a presenciarla, ésta le revela que en realidad fue asesinado con veneno en el oído, mientras dormía, por el tío de Hamlet, Claudio, para hacerse con la corona y que por eso se casó con la reina Gertrudis. Por todo ello, la sombra clama venganza.
Por otra parte, el Rey tiene dos grandes preocupaciones. Una es aplacar las ansias belicistas de Fortimbrás, príncipe de Noruega, que aspira a recuperar los territorios perdidos por su país. La otra, es conocer el motivo por el cual su sobrino se halla sumido en un estado de depresión tal, que por momentos parece haber perdido el juicio. Para resolver la primera de ellas envía un par de mensajeros a dicha nación para convencer al Rey noruego de que aplaque a su sobrino, cosa que lograrán. Para conocer la causa del laconismo de Hamlet consulta con Polonio y éste le cuenta que, posiblemente, es debido al amor que siente por su hija Ofelia. Para comprobarlo, conciertan con ésta un encuentro con él para ver su comportamiento.
Sin embargo, la repudia ante la presencia del Rey y de Polonio que estaban escondidos, al acecho. Ante esto, el Rey decide enviarle a Inglaterra para ver si un cambio de aires se refleja, en un cambio de estado de ánimo. Pero mientras, Hamlet tiene un plan para asegurarse de que lo dicho por la sombra de su fallecido padre es cierto: acuerda con unos cómicos la representación de una obra, <<El asesinato de Gonzago>>, intercalada por unos versos suyos ante el Rey de modo que se narre su delito y así averiguar, por la expresión de su rostro, si es verdad. En efecto, el teatro tumba al monarca de tal forma que abandona la sala antes de finalizar la obra y Polonio después informa a Hamlet de que su madre quiere hablar con él para que le cuente la razón de su estado de proceder, tal como habían planeado el Rey y Polonio como última medida antes de enviarle a Inglaterra, espiando este último la conversación escondido tras un tapiz, como el leal servidor rastrero de la Corona que es. En pleno diálogo, al observar que hay alguien escondido en la habitación, Hamlet mata de una estocada a Polonio, el intruso del cual desconocía su identidad y luego confiesa a la reina el motivo de su comportamiento ante el estupor de ésta que le guarda el secreto de su confesión. La muerte de Polonio precipita el envío de Hamlet a Inglaterra ante el temor del Rey de posibles revueltas en favor de su popular sobrino si le aplica el rigor de la justicia. Es entonces cuando el pueblo se amotina comandado por Laertes, el hijo de Polonio, que exige saber el paradero de su padre. El Rey le cuenta lo ocurrido y planean hacer un combate de esgrima como apuesta entre Hamlet y Laertes, manchando previamente la hoja de la espada de este último con veneno para acabar con la vida de aquél y depositando más tósigo en la copa de Hamlet por si no es herido. Poco más tarde, encontrarán el cuerpo sin vida de Ofelia que enloquecida se suicidó. Llegada la hora del combate, es la reina la que bebe de la copa envenenada, Laertes hiere a Hamlet y éste también da muerte a aquél que, poco antes de morir, le confiesa la artimaña concertada con el Rey, al cual mata finalmente Hamlet.
Final sumamente trágico para una obra muy profunda que relata y deja al descubierto las miserias y grandezas humanas, sobre todo las primeras.
Una de las obras más famosas y representadas de la literatura universal.

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