Corazones de acero embarcando en un solitario
velero,
extrañas cicatrices que deforman sus rostros.
Una maleta vieja y sucia esperando en el
umbral de la puerta,
desterrada de recuerdos e historias.
Aquellos fieles que se reúnen para dar su opinión
sobre la vida.
Las luces que surcan el frío de tus ojos,
y unos cuantos francos en el puño.
Eres como el cazador, golpeando en tierra
vacía,
soplando, soplando fuera de la lluvia.
Tierra de mar, te adentras a viajar, ¿a
dónde?
¿a las profundidades, o a los albores de la gloria?
Pero cómo es posible retroceder en el tiempo,
tu alquimista lo descubrió
he hiciste autoplastia,
luces de primavera, balas de cañón y
estrellas de agua y plata.
Heridas de sal que poco a poco fueron
sanando,
sangre incultivable, como un ikebana al
amanecer,
huiste del protervo viento.
Te bebiste el vértigo de los tacones,
fuiste actriz, abogado y payaso, robaste el Dorado.
Atravesaste los puños del tiempo,
con una aguja de coser te grabaste miradas
apasionadas
en los ojos.
Bajel que cruza ciudades y mares,
tripulante sin manos ni corazón,
aquí no valen las amarras.
Coronaste la cima de los sueños, dibujaste el
sol con un dedo,
de ti los muertos sienten celos.
No hay gota más pura que la de una lágrima,
no hay divisa más dura que la de seguir viva
el alma.
ANDREA KEANE
Bello trabajo de Andrea Keane en el cual encontramos reflejadas muchas verdades de manera plástica y elegante.
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