Ni
tres mil noches
pudieron
borrar
un
solo recuerdo.
Ni
cien otoños
pudieron
desprenderse
de
un sueño.
Madrugadas
de limón,
arcoíris
de café,
vuela
la fantasía
cuando
la lluvia cesa.
Ni
un cajón
lleno
de poemas,
ni
un pedacito de mar,
ni
mil cometas
en
el infinito
pudieron
borrar
las
huellas...
Esas
que dejó
sin
querer,
queriendo...
Los
atardeceres de canela,
ocasos
de almendra,
nubes
de cereza.
Navegan
las quimeras
cuando
el poeta llega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario