sábado, 3 de febrero de 2024

Inolvidable atardecer

 


Contemplando

un hermoso atardecer

sentí muy dentro de mi ser,

al Señor, deseos de agradecer

que mis ojos pudieran ver

sus maravillas por doquier.

 

Mirando aquel bello paisaje,

pude traer a mi mente

mis más gratos pensamientos,

recuerdos de amores inolvidables

y pude sentir dentro de mi ser

una agradable sensación

de paz y amor.

 

Aquella tarde

me pregunté una y otra vez,

¿por qué algunos hombres

en Dios no han de creer?

Si la naturaleza es fiel evidencia

de que su existencia es verdadera.

 

Le rogué que iluminara

el corazón de aquellas almas,

en las tinieblas no se pierdan

la luz en ellas resplandezca.

 

Fue inevitable no expresarle

lo que mi corazón

sintió aquella tarde,

mientras el sol me sonreía

tras las montañas ocultándose.

 

Esperé a la luna,

se asomó y me saludó

con una tierna sonrisa.

ENRIQUE RODRÍGUEZ

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