miércoles, 29 de abril de 2015

Miradas



Cuando intento interpretar el acto de crear o intento transmitir algunas ideas, siento que algo está para allá de todo o cualquier lenguaje, pensamiento, emoción o sensación. Cualquier cosa que, sin fronteras, está más allá de lo que me es posible conceptualizar o describir pero, tan cerca, tan dentro de mí, uno e inmutable que es la obra perfecta, la idea perfecta, el lenguaje perfecto, sin embargo, inaccesible.
Así, aprehendo la existencia de dos facetas en mi interior. Una, por su dualidad, establece diferencias, y la otra, por su interioridad y relevancia, es el conocimiento y origen de todas las cosas.
La primera faceta, funcionando a partir de referencias exteriores y de lo que se aprende de lo que es proyectado, conceptualiza únicamente lo que no puede ser correctamente comprendido. La segunda, por el desconocimiento de nuestra verdadera identidad, permite el acceso a sí misma, como es el ejemplo de la sensación particular en el acto de crear, como he descrito antes.
Por lo tanto, puedo decir de mi voluntad de ir además de esta percepción, ya que nuestra existencia no es más que una transición, y nosotros, ni como espectadores, no conseguimos disociar para que la presenciemos, tal la solidez de nuestras estrategias duales.
Como persona, comparto con todas las otras un conjunto de percepciones que me permiten decir que soy un ser humano. Pero individualmente tenemos diferentes maneras de explicar, sentir e interpretar esa percepción común, creando la impresión que vivimos en un mundo único.
Cuando nos inclinamos sobre esta perspectiva, constatamos que ella describe lo que se puede entender como realidad relativa. Se sobrentiende que este tipo de visión tenga un carácter subjetivo. Representa la interpretación o concepción que individualmente y también colectivamente podemos hacer sobre algo, material e inmaterial.
Así, si 1000 personas sueñan, habrá tantos sueños como soñadores. Habrá tantas culturas cuanto grupos de personas diferentes que, bajo una misma percepción desarrollan un mismo sistema cultural, social y económico. De las 60000 lenguas que se calculan que hay en el planeta, éstas representan tantos idiomas posibles de otros tantos pueblos, tribus, etnias o países. O, en un ángulo más restricto, en una familia donde haya 6 hermanos, ninguno de ellos es igual al otro, cada uno tendrá caracteres diferentes y será una persona diferente.
Es, pues, esa percepción de individualidad la que comprendo cómo realidad relativa. Y si entendemos que hay también una realidad absoluta, y como entre lo absoluto y lo relativo no existe una oposición, sino una continuidad, de alguna manera se podrá decir que lo que está allá de lo relativo será lo absoluto.
Nuestra vida está llena de ejemplos que nos permiten abordar el acceso (y repito: abordar el acceso) a la percepción de aquello que es absoluto, pero no a lo absoluto. Y esto es revelado a nosotros en las cosas sencillas de la vida, en algunos casos le llamamos experiencia de la vida, en otros casos, coincidencias. Por ejemplo, el lector y yo no cogemos a un hierro en brasa porque ambos sabemos que vamos a quemarnos; o cuando estamos a pensar en alguien, esa persona nos llama en este exacto momento. Por el desconocimiento de ese todo que es la realidad absoluta, buscamos caminos exteriores para encontrarla.
Así ocurre también con los modelos de pensamiento. Además, creo que estos, mal comparados, no son mejores o peores que cualquier interpretación individual debidamente fundamentada.
De este modo, debemos apreciar lo que determinado modelo nos trae de benéfico, pero también reflejar como el mismo nos impide de ver, aunque, para eso, necesitemos cambiar el foco y alejarnos de ese mismo modelo.
Para que observemos otras posibilidades, es necesario que nos disociemos de aquel en que estamos insertados, porque al fin y al cabo, un modelo de pensamiento, aunque muy estructurado, no pasa de una probable interpretación entre muchas posibles.
Cuando nos interesamos por una obra de arte, pensamos en el porqué, cuándo y cómo, pero generalmente a través de los ojos de la causalidad mecánica. Mirando la obra, pensamos como es que el artista llegó a aquel trazo, a aquel signo. Así se estudia la mecánica del texto, del autor y del lector en sus más variadas formas. Pero éste es un movimiento sobre todo externo.
Este tipo de pensamiento de génesis helénica, y posteriormente cartesiana y newtoniana, es dialéctico y mecánico en el raciocinio y en la argumentación. Por lo tanto, circular e infinito. Circular como sistema cerrado e infinito por la probabilidad.
Crear un modelo en la perspectiva de abarcar el todo en el contexto de la cultura occidental, es el más puro engaño, al menos, la más pura ilusión. Intelectualmente, el intento es vano.
Este es pues el tipo de raciocinio dominante en nuestra cultura. Pero, cuando hacemos el movimiento interior, intimista, antes de todo, pensamos en nuestro aspecto emocional. Percibimos que nuestras emociones van y vienen ininterrumpidamente. Aunque formen parte de nuestra génesis, somos mucho más que, lo que de positivo y de negativo, ellas pueden representar en nuestras vidas.
En lugar de imaginar que podemos ignorar las emociones, fingir que no existen o, por el contrario, enaltecerlas, volverlas un icono de la sensibilidad humana, será necesario conseguir entender como ellas influencian nuestros comportamientos, llevándonos a una visión subjetiva y restricta.
Cuando penetramos en la naturaleza de las emociones y reconocemos su inestabilidad y brevedad, empezamos a comprendernos y a comprender que nos rodea con otros ojos. Así, a partir del momento que consigamos hacerlo, el poder de nuestras acciones, pensamientos y emociones dejan de reverterse en consecuencias, tales como las vivimos e interpretamos comúnmente, reordenándonos y, por consecuencia, reordenando el mundo que conocemos como real, acercándonos de lo todo.
Nuevas miradas emergerán a medida que comprendamos gradualmente la importancia de lo que es la realidad subjetiva y la realidad absoluta. Sin embargo, mi discurso es solamente una descripción a partir de un punto de vista fuera del modelo común del pensamiento, o una tendencia artística. Un relato de cómo somos bajo una mirada diferente. Y no pretende que sea nada más.
De hecho, si en lugar de dar el ejemplo de las personas, usar como ejemplo las artes, o en particular la literatura, nada cambiará de lugar. El discurso será el mismo.

REGIAO LITERÁRIA

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