Tantas miradas,
tantos suspiros,
tantos sexos
cómplices,
tantos estallidos de
nuestros cuerpos y espíritus;
almas y mentes en
frenéticas muertes
hacia el sueño
postorgásmico.
Tantas hembras que yo
amé
bajo el juramento de
amarme.
... y hoy, después de
tantos siglos enamorado
de la mujer y del
amor,
después de tantos
holas y adioses,
con los surcos en mi
piel,
y el cabello helado,
los ojos secos sin
miradas ni lágrimas
que permitan ser
espejo del pasado
a tanta nostalgia,
recuerdos y melancolía,
mientras la nada
espera envolver y abrazar
mi cuerpo y mi
espíritu,
ensañándose en el
último expirar,
aconsejo al niño del
vientre de la mujer
que más me amó y me
ama,
a esa última generación
de mi amor,
del amor hacia mí y
de mi ser,
que apure el tiempo
exiguo de su vida
en respetar el
horizonte de mi mirada,
y volcarse
incivilmente en la misma senda,
siendo homenaje,
tributo y despojo
hasta el último
latido,
del amor, el deseo,
los sueños,
el placer y el dolor
sucesivos e intermitentes
que genera en
algunos,
que nos empeñamos en
ser
solamente el amor.
JOSÉ ÁNGEL GRAÑA ABAD
Que duda cabe que el amor es lo más grande que se puede tener y compartir y aquello que nos hace más humanos.
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