sábado, 19 de enero de 2019

Abajo la Reina Presidencial



—¡Hasta aquí hemos llegado! —exclamó Aitor Diz.
Había estado mucho tiempo aguantando este saqueo de las instituciones y estas dictaduras disfrazadas de democracia. Se había pasado todo el tiempo llenando las calles de la Ciudad Roja con camisetas y protestas contra la relajación. Pensaba que eso servía para anestesiar a los demás ciudadanos y para poner cortinas de humo ante emergencias. El 4 de junio fue el último día. Aitor se sublevó contra la respiración abdominal. En una clase que impartía la Reina Presidencial de Ciudad Roja saltó por la ventana y se fugó. No se supo de él durante días.
La Reina Presidencial de Ciudad Roja, Morgana Terencio, decidió poner bandos de búsqueda y captura por toda la localidad. Detestaba el pensamiento crítico. Detestaba que le llevaran la contraria. Fue abandonada por sus hijos y no quería volver a ser abandonada por la ciudadanía.
Aitor Diz se mantuvo un montón de meses en una pequeña cueva de las afueras de Ciudad Roja. Allí estuvo intentando destronar a la Reina Presidencial. No quería jugar en su territorio. Era una bruja con grandes experiencias en el terreno institucional y seguramente saldría perdiendo. Tampoco podría hacerlo yendo con una simple hacha de metal. Sería destruida por sus poderes mágicos. Tampoco podría poner más pancartas. Don Liebre lo sancionaría y lo desterraría de la ciudad de por vida. Tenía que ser más sutil.
Tras meses de encierro y escondites para que las autoridades de la Reina Presidencial, regresó a Ciudad Roja. Solo llevaba una mochila enorme y unos pequeños bastones. Entró como un habitante más. Nadie supo dónde había estado y tampoco les interesaba saberlo. Se intercambiaban saludos como si no hubiera sucedido nada y emprendían sus caminos.
Llegó al centro de la ciudad. Se detuvo ante el palacio de la bruja, de la Reina Presidencial, de la malvada gobernadora… Los tiempos de reinado con represión y respiración abdominal tenían los días contados.
ÓSCAR ALONSO TENORIO

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