sábado, 28 de febrero de 2015

La reina de las aves



Lucía estridente sus plumas de millares de colores,
verde, azul, rojo y otros folclores.
No volaba, más alas no tenía,
pero sí ojos como las poderosas águilas poseía.
Se paseaba guardiana por los bosques vivaces,
rescatando a los pichones que caían fugaces.

Cuidaba de los vuelos matutinos,
acompañaba a los peregrinos.
Pintaba de frescos pinceles las plumas de los que volaban
y les enseñaba los cantos a las avecillas que nacían.
Frutas brillantes recogía de los prados verdes,
creando enormes banquetes.

Su corazón se regocijaba al escuchar las mil y una agudas sinfonías.
Dulces cantos alzaban al cielo,
las garzas vestidas de blanco velo.
Danzaban alegres las cacatúas,
mostrando sus coronas de elegantes plumas.

Al caer el alba,
las aves volvían cansadas.
Cada una a su respectivo nido,
que los pichones las esperaban,
lanzando amplios chillidos.

CYNTHIA SORIANO

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