viernes, 17 de junio de 2016

La fábrica



En una fábrica, en un futuro no muy lejano, se encontraban dos supervisores en el peldaño más alto observando a los robots en su tediosa y rutinaria labor y a algún que otro ser humano que a su vez inspeccionaban el funcionamiento de las maquinas. Para estos supervisores desde esa posición todos, máquinas y humanos, eran vistos como simples ítems o números que generaban resultados en esa perpetua línea de producción, tanto estaba de mecanizada la mente de los supervisores que se habían vuelto daltónicos, insensibles y profundamente aburridos.
Así pasaba el tiempo, días, semanas, meses y años. Hasta que, en una ocasión, uno de los supervisores empezó a detectar entre las maquinas una silueta de multicolores que se movía entre aquel ajetreo de la fábrica, el supervisor no podía dejar de ver aquel cúmulo de colores y brillos que revoloteaba graciosamente por todos los rincones de la fábrica. Y así pasaron muchos días, hasta que el supervisor que veía aquella extraña visión dio parte a su compañero diciéndole:
—Mira eso… ¿lo puedes ver? —le dijo señalando hacia la aparición y viendo a los ojos a su compañero.
—¿A qué te refieres? —le dijo el otro supervisor, pues éste no podía apreciar lo mismo que el otro veía, pues todo lo miraba igual que siempre, simples números que producían.
—Esa luz que se mueve flotando de un lado a otro, obsérvala ahí está. 
El supervisor que no distinguía los colores se inquietó tanto con aquella situación que decidió bajar hasta la línea de producción donde señalaba su compañero para demostrarle que no había más que números inertes y fríos moviéndose por ahí. 
El supervisor que distinguía aquellos cálidos tonos señaló hacia donde estaba el cúmulo de colorida luz y le dijo a su compañero:
—Estás justo a la par, podrías tocarla si extiendes un poco tu brazo. 
Su compañero estiró el brazo y tocó aquella silueta y le contestó:
—¿Te refieres a esto? —extrañándose, pues sólo era una humana más de las que inspeccionaban a las máquinas, y viendo fijamente con una frialdad cortante a su compañero le habló por su intercomunicador:
—Tienes que bajar aquí, quiero que la veas de cerca y te convenzas que sólo es un número más de la fábrica… ven. —le dijo haciéndole un gesto con su mano para que aquél bajara de su peldaño.
Aquel supervisor bajó rápidamente sin dejar de ver aquella bella silueta, y sentía que a cada paso su corazón se aceleraba de ansias por llegar hasta donde estaban su compañero y aquella encantadora aparición. La humana lo veía justo a los ojos con una cálida sonrisa en sus labios. Cuando el supervisor llegó donde estaba su compañero y la humana, le dijo el daltónico al que ya no lo era:
—¿Ves?, no es más que un ítem más, como los otros…
—No, te equivocas —contestó—, aquella es especial, mira esos ojos, esos labios, su cintura y como flota con gracia con cada movimiento.
—Tienes una falla en tu sistema psico-receptor, no estás funcionando bien —le contestó su compañero—. Tú y ella deben ser retirados y reemplazados, si no arreglas esa falla de ambos cuanto antes —moviendo la cabeza de manera negativa.
—Me temo que tienes razón, debemos ser retirados y reemplazados por un tiempo mientras busco la solución —contestó el supervisor cabizbajo, y muy preocupado. 
—Tómala contigo y encuentra la solución ahora mismo y cuanto antes.
La mujer escuchó todo lo que hablaban, sólo meneó la cabeza divertidamente mientras sonreía y caminó junto a aquel supervisor que le reconocía su belleza y gracia. Cuando llegaron afuera de la sala de producción, ella le tomó la mano al supervisor, éste sintió una corriente eléctrica que le recorrió todo el cuerpo y una extraña pero cálida sensación de tranquilad lo embargó cuando la vio directamente a los ojos, ella le habló en un tono divertido y le dijo:
—¿Sabes cuál es la solución a esta “falla”?
—No —le contestó él.
—Bueno —replicó ella—, la solución es que nos tomemos el resto del día para conocernos mejor y mañana regresemos a seguir trabajando y que nos sigamos conociendo en cada momento libre que tengamos, siempre y cuando tú te hagas ese tiempo libre —le decía ella tocándole graciosamente la punta de la nariz al supervisor con su delicado dedo índice. 
Aquél no podía dejarla de ver y sentir una deliciosa sensación al estar junto a ella y sin decir una sola palabra el supervisor asintió. Ella lo tomó de la mano y salieron juntos fuera de la fábrica. Regresaron al día siguiente y la producción de aquel bello ítem mejoró llamativamente y la diligencia y manera de fiscalizar el trabajo del aquel supervisor enamorado sobrepasó a la de su frío y daltónico compañero, simplemente porque había recordado que él también era un ser humano.
Y siguió aquella fábrica produciendo mucho más por muchos y muchos años, ya que otros ítems siguieron enamorándose entre sí…
PEDRO OBANDO
 
   


3 comentarios:

  1. Una historia de amor entre hombres y robots o de como estos últimos pueden albergar los mismos sentimientos que los seres humanos en un futuro quizás no muy lejano.

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  2. Hola Luis!
    Me gusto mucho este escrito, sabes donde conseguir mas de este autor?

    bello tu blog

    Aquí me quedo, te sigo!

    Me gustaría que te pases por mi blog literario para ver qué te parece y si te gusta, sígueme :).

    saludos nos leemos!!

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    1. Hola, amigo, ¿qué tal estás? Gracias por tan agradables palabras que me sirven de acicate para continuar el trabajo de promoción literaria y escaparate de creadores que estoy llevando a cabo.
      Tu blog es también muy interesante.
      Club del novelista ha publicado dos relatos más de Pedro Obando. En octubre de 2015 "El amor verdadero" y en diciembre del mismo año "El inédito", ambos con gran aceptación.
      Gracias por tu comentario.
      Un saludo y nos seguimos.

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