Estoy
aquí soledad
donde
estás ahora.
Ya
ni tú prestas
atención
en la existencial
maldición
de este ser...
Dónde
estás tú, parca,
para
liberarme
de
ataduras mundanas
y
del desairado sentir.
Arrástrame
a tu cobijo
en
lo profundo del limbo,
quema
con fuego eterno
cualquier
rastro de amor,
calcina
el alma sin piedad.
No
temas dañar a este hombre
que
acepta el fin
mirando
a tus ojos,
sin
vida,
déjame
ser sacrificio
para
mi diosa mortal
por
la cual he rezado,
suplicado
y mendigado
sin
tener respuesta...
¿Por
qué no te acercas muerte
y
me dejas fulminado?
Pido
la clemencia
de
tu sentencia...
MARIO
MENDEZ
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