Año de la obra: 1613
Tomás
Rodaja, un muchacho que deseaba estudiar para poder ser alguien en la vida, es
hallado un día por un par de caballeros que, movidos por la compasión, le
llevan como criado suyo a estudiar a la Universidad de Salamanca. Allí estuvo
ocho años y fue un extraordinario alumno, pero cuando sus amos se fueron a
Andalucía él tuvo que irse con ellos. Sin embargo, como quería seguir
estudiando, pidió licencia a sus amos para dejarles. Concedida ésta, en el
camino de regreso a Salamanca, se encontró con don Diego de Valdivia, capitán
del ejército que estaba reclutando soldados para el mismo. Para intentar
captarle alabó la vida militar, encubriendo sus miserias y penalidades. No
obstante, fue el hecho de conocer mundo lo que le movió a aceptar su propuesta
de irse con él aunque no como soldado, sino en su compañía. El capitán aceptó
con la idea de poderle convencer más tarde. Llegaron a Génova, donde Tomás tuvo
la ocasión de conocer la realidad de la vida soldadesca y allí se separaron y
acordaron reencontrarse en el Piamonte. Gracias a su estancia en Italia, Tomás
pudo conocer este país e ilustrarse en sus maravillas y en sus costumbres.
Cuando se reunieron de nuevos vio también Amberes, Gante y Bruselas tras lo
cual se despidió del capitán y volvió a Salamanca para proseguir sus estudios.
Ocurrió
un día que una prostituta se enamoró de él y se le declaró. Tomás, al no sentir
lo mismo por ella, la rechazó y ésta, ofendida y despechada, quiso conquistarle
mediante un membrillo que una morisca le dio que estaba hechizado, cuando más
bien estaba envenenado. Tras comerlo cayó enfermo, casi muerto, pero tras una
larga convalecencia se recuperó físicamente aunque quedo loco.
Es aquí
donde aparece la denominación de licenciado Vidriera, pues así se llamará a sí
mismo a partir de entonces, un personaje peculiar que cree ser de vidrio y que,
por este motivo, imaginaba que si le tocaban se quebraría y que llegaba incluso
a dormir en verano a cielo abierto y en invierno en el pajar de algún mesón cubierto
de paja hasta la garganta por temor a romperse. Sin embargo, el licenciado
Vidriera destacaba por su entendimiento y grandes corros de personas se
formaban a su alrededor para escuchar sus razones y opiniones sobre todo
aquello por lo que se le preguntaba. Fue llevado a la Corte y allí no paró de
criticar innumerables y muy distintos oficios con cargadas dosis de ironía. Sus
palabras formaban un perfecto retrato de la sociedad en la que vivía a través
de sus vidriosos ojos sin dejar títere con cabeza.
Dos años
más tarde, un religioso de la Orden de San Jerónimo le curó y ya cuerdo y sano
se cambió el apellido Rodaja por el de Rueda. Cuando le vieron quienes le
habían conocido como Vidriera le siguieron, como siempre lo habían hecho, y
pese a decirles que no era el de antes y que le dejasen vivir en paz, el
estigma del licenciado Vidriera le persiguió inexorablemente hasta obligarle a
abandonar la Corte para dejar atrás su pasado e irse a Flandes donde se hizo
soldado, ya que no le permitían ser licenciado. Allí, de nuevo en compañía del
capitán Valdivia, pasó el resto de su vida hasta morir en el campo de batalla
como un valiente militar.
Con esta
novela, una más de las <<Novelas ejemplares>>, Cervantes pretende
criticar lo peor de su época mediante un loco que quizás no lo estaba tanto.
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