Él se dio cuenta de que algo grave pasaba en su
mundo. La cuestión es, que no había nada grave que estuviese alterando su vida.
Pero sí había acontecimientos que alteraban otras muchas vidas.
Él intentaba percibir lo imperceptible, lo que
está bajo el umbral, más allá del ultravioleta y por encima del infrarrojo.
El mundo que él sentía estaba compuesto de menos
colores cada vez y, con los colores, se disipaban los olores. Bueno, en
realidad eran los mismos colores en cuanto a la cantidad. Pero en cuanto a la
calidad, los colores eran cada vez más transparentes, con menos opacidad, como
si llevasen mucha cantidad de lavados.
Se percató de que cuando era pequeño los colores
eran muy chillones, casi hacían daño a los ojos de tan saturados como estaban. Los
rojos, los amarillos, los verdes, los negros. Sí, porque los negros no son un
mal color, son sobrios y elegantes.
En esa época los cielos eran más azules, las
tormentas daban miedo por esa miríada de grises y naranjas.
El mar, él se acordaba de ponerse sus gafas de
buceo y sentir el gran azul ¡wow!, eso sí que le aterrorizaba y le emocionaba a
la vez, se sentía tan pequeño.
Pero, a medida que pasaban los años, los colores
se hacían más transparentes, como si un velo blanco los fuese cubriendo.
Definitivamente las manzanas verdes del árbol de su tío eran menos apetitosas,
no había diferencia entre el mar y el cielo.
Todo se fue tiñendo de una tenue bruma, pero
bruma al fin y al cabo.
En la vejez la transparencia de los colores se
fue acentuando de manera desmesurada, aquí o allá había alguna salpicadura de
color, pero en general eran pocas. Al final los colores casi no existían en su
vida. Él pensó, <<¿dónde estarán?>> La respuesta le partió el
corazón, los colores se habían suicidado.
En su último suspiro la ausencia de color fue
total, un miedo aterrador le recorrió el espinazo, duró unos minutos, todo era
oscuridad. Cerró los ojos y cuando los abrió todo había cambiado. Los colores
volvían a ser brillantes, chillones, casi hacían daño a los sentidos. No sabía dónde
estaba, pero comprendió que de ahora en adelante su existencia sería mucho
mejor, los colores habían vuelto a su vida, él había renacido.
Camaleontoledo*
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