¿Por qué me
niegas el agua si tengo sed?
Dame la mano, pasaré tus dedos por mis
labios.
No temas; lo haré con cuidado, no
quiero hacerme daño.
Ellos acariciarán las grietas, se
hundirán en las heridas,
sentirán la humedad de mi sangre.
Ellos, sólo ellos.
¿Por qué me niegas el agua si yo te
ofrecí mi pan?
Comiste de él, bebiste de mi agua y
ahora me niegas.
No lo hagas; el camino es largo y
mañana
serán tus labios los que necesiten
agua
y el camino sólo te ofrecerá polvo
para saciar la sed. No lo olvides;
de mi pan comiste y bebiste de mi
agua.
ASUNCIÓN ALCOCEBA
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