Las
sombras fluyen en torno suyo, mientras sus leves movimientos se encadenan
haciendo flotar en la densa obscuridad un reflejo leve, un sensual suspiro, que
hace levitar el alma, la vida.
La
cadencia de sus notas deja en el aire un murmullo arrollador que es
encauzado por las enjauladas líneas en que habitan, marcan o desmarcan pasión
ardiente, silencio atormentado, lamentos del corazón latiendo, sin más.
Dedos
entrelazados acompasan la dulzura del vaivén, mientras los carnosos labios
entreabiertos, se deleitan a su paso de tan dulce manjar.
Ojos
entreabiertos que simulan el tranquilo oleaje del mar en calma, respiración
agitada, acompasada, sin permitir perderse el ritmo de tan bella melodía.
Dos
cuerpos ahogados en suspiros, que recitan al aire sus murmullos, se funden en
pasional acorde que remonta bella escala.
Comienza
y termina en el Do pero fluye con alegría recorriendo toda la escala,
inyectando energía, optimismo, y el Sol resurge con alegría cuando el cielo
colmado se alcanza de la unión de tanta armonía.
MARÍA JOSÉ LUQUE FERNÁNDEZ
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