lunes, 20 de marzo de 2017

El manuscrito




El legado de un manuscrito misterioso es enviado por correo certificado a un escritor, periodista, que trabajaba a tiempo parcial en la redacción de un periódico llamado, THE NEW JORK JOURNAL. Robert era un escritor famoso y sus libros se publicaban siendo Best Seller por todo el mundo. Pero a causa de una ruptura sentimental se vio abocado a una depresión. Su mejor amigo, Daniel, psicólogo de profesión, le ayudó a superar su trauma. Robert siempre había sido reacio a las terapias psicológicas, pero sumido en el caos donde estaba aceptó la ayuda de su amigo. Uno de los mejores consejos que recibiría de su amigo, sería volver de nuevo a la redacción del periódico, ya que estuvo unos meses de baja laboral y recuperar las ganas de escribir. Robert siempre le estaría agradecido a Daniel por su ayuda desinteresada, y por el gran aprecio que sentían ambos desde la infancia.
Recuperado de su depresión volvió al periódico para hablar con el jefe de redacción para que le dieran el alta y poder trabajar de nuevo. Su jefe Williams se alegró de su pronta recuperación, y le admitió de inmediato, dado que era un buen columnista y sus artículos de opinión eran muy valorados. Recibió una buena acogida por parte de sus compañeros de profesión, que se alegraron mucho al tenerlo de vuelta.
Un 9 de enero de 1997 recibió por correo certificado un manuscrito antiguo en la redacción del periódico; que iba dirigido a su nombre, Robert Smith. Cuando Robert regresó a su mesa de trabajo, vio un paquete certificado que procedía de Londres. Intrigado, abrió el paquete y extrajo un manuscrito antiguo que en un primer momento no entendía por qué se lo enviaban a él, y además llegaba sin remitente. Una pequeña hoja adjunta al manuscrito decía: “no mostrar a nadie más, su vida corre peligro”. Atónito ante semejante mensaje, pensó que podía ser una broma de mal gusto, pero al observar con detenimiento el manuscrito, se dio cuenta que podía ser auténtico dada la antigüedad del papel. Aunque lo verificaría más tarde. Decidió guardarlo en su cartera, y leerlo más tarde.
La impaciencia le devoraba, como periodista quería averiguar la máxima información y como escritor sentía la tentación de coger su vieja máquina de escribir, en su cabeza se agolpaban miles de ideas para un nuevo libro. Tuvo que esperar a terminar su columna diaria para poder marcharse a casa.
Sobre las ocho de la noche regresaba a su casa, cansado pero muy intrigado por la sorpresa, Se quitó su chaqueta, la corbata y los zapatos, quería sentirse cómodo, cogió un par de cervezas del frigorífico y se preparó un sándwich. Cansado de tratar de averiguar se durmió en el sofá. Esa misma noche tuvo un sueño desconcertante, soñó que viajaba a Londres y se citaba con un hombre de aspecto siniestro vestido de negro, con una capa que le cubría el rostro. Era una noche sin luna con neblina por aquellas calles del viejo suburbio de Londres, apenas las farolas viejas y desgastadas iluminaban el pavimento. El hombre siniestro le indico con gestos que se acercase a una vieja taberna, La Taberna de la Dama Gris, presuntamente con el fantasma de Dorothy. Sobre las tres de la mañana, Robert se despertó muy agitado, el corazón parecía que estaba a punto de salirse del cuerpo. Era tan real el sueño que creyó haber viajado a Londres esa misma noche. Se preparó un té y continuó con el manuscrito, no terminaba de entender el significado de dicho manuscrito y por qué peligraba su vida. Al parecer el documento estaba escrito en latín muy antiguo, con alguna referencia masónica, pero sobre todo un extraño dibujo al final del manuscrito, donde se veía unas ruinas de un castillo en llamas y una  llave encima de un libro con tapas negras. ¿Qué significaba la simbología del dibujo y los enigmas que encerrarían la llave y el libro con las tapas negras? Alrededor de las 5:30 comenzó a vestirse para dirigirse a la redacción del periódico, cogió su cartera e introdujo el manuscrito y documentos que tenía sobre la mesa. Cuando llegó a la redacción, lo primero que hizo fue pedirle a su compañera un par de aspirinas y un vaso grande con agua. Todavía no había terminado de ingerir el agua con las pastillas efervescentes, cuando irrumpió su jefe de redacción.
—Buenos días Robert, no te sientes a escribir que hoy tienes que viajar a Londres a cubrirme una noticia. En media hora te quiero en el aeropuerto.
Robert asintió nervioso con la cabeza la orden de su jefe, se volvió hacía su compañera Jennifer dándole las gracias por las pastillas. Y sin más dilación se marchó, caminó hacia el aeropuerto. Cogió un taxi y en el trayecto pensó que no había tomado nada para desayunar, deseaba llegar pronto al aeropuerto para comer algo y tomar un café cargado, necesitaba despejarse, pensar con claridad, quizás el viaje a Londres lograra calmar su ansiedad. Sentado junto a la ventana del avión pensó en llamar a su amigo Daniel, contarle todo lo que le estaba pasando, pero decidió hacerlo más tarde cuando llegara a su destino.
Robert cubrió la noticia en Londres, se trataba de un asesinato de un hombre que dirigía una tienda de antigüedades, y la desaparición de objetos valiosos. Envió por fax la noticia a su redacción en Nueva York, estaba cansado quería regresar al hotel darse una ducha y dormir algunas horas antes de regresar. En el trayecto hacia el hotel quiso caminar un poco, pero de repente mientras caminaba visualizo el sueño de la noche anterior, se desvió de su camino y entró por una calle estrecha, estaba oscureciendo cuando una extraña neblina de color blanquecina lo envolvió. Cerró los ojos y cuando los quiso abrir estaba delante de La Taberna La Dama Gris.
Extendió su mano para poder alcanzar el pomo de la puerta. ¿Quizá el fantasma de Dorothy le revelaría los secretos del manuscrito, la llave y el extraño libro con las tapas negras?...  

RAQUEL CARDONA @Raquel2453


lunes, 13 de marzo de 2017

Jamás me rendiré




Perdido en este océano de la vida,

con rumbo dudoso,

en un barco con destino de llegar de día.

En este camino largo

me pongo a pensar que hago

si estoy en el rumbo correcto

y cumplir los sueños que me he propuesto.

Estoy dispuesto a darlo todo

sin perder nunca las esperanzas

y aunque a veces lloro,

pero en Dios vierto mi confianza.

Por eso les propongo crezcan mentalmente,

que crezcan espiritualmente

y que tengan fe en él habitualmente.

Sea el camino que sea,

aunque estés encerrado dentro de una cueva,

siempre hay una salida

en medio de la tormenta.

LUCAS VALÍA           

martes, 7 de marzo de 2017

Juntos




Juntos creían y creaban las razones

para vivir y compartir todas sus ilusiones

en un futuro aún por descubrir

de complejas realidades.



Juntos cada día describían la infinidad

de motivos que leían

en distintos poemas para amar,

y que juntos entendían y sentían.



Juntos grandes dificultades superaban

comprobando que con unión,

fuerza y amor en el corazón

a los retos de la vida siempre ganaban.



Convenciendo juntos con ejemplo

de amor a todo su alrededor

y al mundo obligando

que ante las adversidades

se ha de seguir amando…

MONTSE LÓPEZ
 

sábado, 4 de marzo de 2017

La española inglesa



Autor: Miguel de Cervantes (1547-1616)
Año de la obra: 1613

Es uno de esos relatos que merecen ser leídos y que jamás cansan al lector, pues mantiene vivo el interés continuamente por su amena y aguda composición. Es el retrato de un amor que no entiende de fronteras, que sobrevive pese a todas las dificultades de tipo religioso que amenazan con sofocar la llama de la pasión de Isabela y Ricaredo, que supera envidias maliciosas, así como traiciones deshonestas e impera sobre la hermosura y la fealdad que no son otra cosa, al fin y al cabo, que la envoltura caprichosa y tornadiza que encierra igualmente tanto a la esencia más placentera como a la fragancia más repugnante.
Juega bien Cervantes con los personajes y los entresijos de una historia por otro lado muy versátil y que da mucho de sí. Podía haber sido un relato de mucha mayor extensión si el autor se lo hubiera propuesto. Materia había, desde luego, suficiente. El desenlace pudo perfectamente ser también cualquier otro siendo verosímil de igual manera hasta prácticamente la conclusión del libro. Sin embargo, para una novela así debía ser, lógicamente, el más feliz.
En el año 1596, en el saqueo que los ingleses llevaron a cabo en Cádiz, Clotaldo, un capitán de un navío inglés, se llevó consigo a Londres a una niña española. Isabela, que así se llamaba, creció junto a él, su esposa Catalina y el hijo de éstos, Ricaredo. Ella profesaba en secreto la religión católica en un país que no lo es y mantenía la lengua española de la misma forma que aprendía la inglesa. Cuando Isabela se convirtió en una bella jovencita dicha hermosura, así como sus conocimientos, su gracia y su donaire acabaron por enamorar a un Ricaredo al que le tenían destinado una rica doncella escocesa por esposa. Enfermo de amor, Ricaredo confiesa sus sentimientos a Isabela quien le acepta y, tras decírselo a sus padres, el consentimiento de éstos le restaurará la salud. Cuando todo estaba ya preparado para la boda entre ambos la reina los mandó ir a palacio para que obtuviesen la licencia necesaria para casarse y que habían obviado hasta entonces por temor a que la reina supiese de la fe católica de toda la familia y el pasado de Isabela. No obstante, esto último, unido a la belleza y porte de la joven, le agradó aunque dictó retrasar la boda hasta que Ricaredo hiciera méritos para merecerla por sí mismo, para lo cual mandó embarcarle en un navío corsario que debía capitanear mientras ella misma cuidaría de su amada en palacio hasta que regresase. Debatiéndose entre la fe que le impedía matar a individuos de su misma creencia y el corazón que le obligaba a llevar a cabo lo que fuera por Isabela, se encontró con dos galeras turquescas a las cuales abordó y venció, obteniendo así un importante botín al tiempo que obligaba liberar a los prisioneros cristianos que en ellas había. Dos de ellos solicitaron, en cambio, viajar a Inglaterra con él para buscar allí a la hija que años atrás les fue arrebatada. Eran los padres de Isabela como bien intuyó Ricaredo, quien los acogió. A ellos se les descubrió la verdadera identidad de ésta en palacio, ante la reina, que concedió el permiso matrimonial. Ya por entonces comenzó a aflorar la envidia alrededor de los dos enamorados al igual que los celos. En los días previos al enlace, el hijo de la camarera mayor de la reina, a cuyo cargo se hallaba Isabela, el conde Arnesto, confesó a su madre el amor que sentía por ésta rogándola que intercediese ante la reina para recibir a Isabela por esposa o de lo contrario sería capaz de hacer cualquier disparate. Ante la negativa de la reina, el conde Arnesto salió enfurecido a matar a Ricaredo, mas fue prendido cuando ya se iba a enfrentar con él. Quiso la camarera enviar a Isabela a España para ver si así podía quitársela del pensamiento a su hijo y ante la negativa real decidió envenenarla. A punto estuvo de lograrlo, pero lo que sí consiguió fue hacerle perder su belleza. La camarera fue encerrada y el conde desterrado. Ricaredo confirmó su amor a aquella criatura de apariencia fea, pero de alma tan singularmente virtuosa ante la reina y ésta, no sin tristeza, se la concedió saliendo juntos de palacio a casa de Clotaldo. Éste y su esposa Catalina, a escondidas de su hijo, tramaron nuevamente el matrimonio de Ricaredo con la doncella escocesa al estimar que Isabela no recuperaría la hermosura original, que más tarde recobraría, y que un nuevo amor haría olvidar al otro y devolverle la alegría. Al ser conocedor de todo esto, Ricaredo le dijo a Isabela que se fuese a España con sus verdaderos padres, como ya habían acordado con Clotaldo, y que allí le esperase un par de años a lo sumo para casarse, pues de sobrepasar dicho plazo sólo querría decir que habría muerto. Así lo hizo Isabela, pero el tiempo pasaba lentamente para ella cuando un día recibió una carta de Catalina en la que le comunicaba que su amado había muerto. Ante esta noticia decidió ingresar en un convento y hacerse monja. Sin embargo, Ricaredo, que salió de Inglaterra diciendo que iba a ver al Sumo Pontífice, a su paso por Francia, fue atacado a traición por el conde Arnesto, allí exiliado. Pensando su criado que le había matado, ya que casi lo consigue, y luego de ser cautivado por los turcos y rescatado por la Santísima Trinidad, apareció Ricaredo ante Isabela cuando ésta iba a ingresar en el convento y se declaró nuevamente a ella, quien le aceptó, y consumaron finalmente su deseado matrimonio.

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