miércoles, 4 de marzo de 2015

El Buscón



Autor: Francisco de Quevedo (1580-1645)
Año de la obra: 1626

Comedia satírica muy divertida a tono con la personalidad de su autor. Quevedo vivió más para la política que para la literatura y eso le granjeó numerosos enemigos. Protegido del Duque de Osuna, uno de los validos de Felipe III, pudo así moverse en las altas esferas como a él le gustaba. En una España decadente, arruinada, desmoralizada y con batallas en varios frentes. Quizás Quevedo quiso mostrar como escritor de lo que era capaz como político, explicar en sus textos los problemas de la nación. La caída del Duque de Osuna fue su propio declive. Primero fue desterrado por el Conde-Duque de Olivares, uno de sus mayores enemigos, cuando éste llegó al poder como valido de Felipe IV. Los posteriores elogios al Conde-Duque hicieron que éste le perdonase. Pero Quevedo, siempre tan crítico, se opuso al nombramiento de Santa Teresa de Ávila como patrona de España por lo que fue nuevamente desterrado. Tras un posterior indulto, años más tarde, sería encarcelado hasta un año antes de su muerte. Una de sus mayores y más célebres enemistades fue la que mantuvo con el también escritor, Luis de Góngora y Argote.
El buscón, trata de las andanzas de un pícaro llamado Pablos, hijo de una hechicera y de un barbero ladrón y sobrino de un verdugo. En estos extraños y singulares parentescos se puede denotar la mordacidad de su autor. Novela dividida en tres partes, denominadas libros, que comprenden un total de veintitrés capítulos. El libro primero es divertidísimo. Cuenta desde que nació en Segovia hasta el momento en que dejó Alcalá de Henares, donde estudiaba (Quevedo también estudió allí), pasando por el pupilaje en casa del licenciado Cabra como criado de su amigo Diego Coronel. En ese lugar se producen momentos gloriosos para el lector, que no para los personajes, que serán presa del hambre como consecuencia de la inmensa tacañería alimenticia y la nula humanidad de Cabra. Hasta llegar a morir uno de los estudiantes en un alarde de humor negro del autor, muy abundante en la obra. A Quevedo le gusta caricaturizar todo, deformarlo, desde las situaciones más graves hasta los nombres simplemente. Juan Merluza, Alonso Ramplón o el propio licenciado Cabra son claros ejemplos de ello. Al llegar a Alcalá y ser víctima de las crueles novatadas de sus compañeros, Pablos cambiará y se jurará a si mismo ser “el más bellaco con los bellacos”, comenzarán sus travesuras y éstas serán la causa de la separación de don Diego Coronel y Pablos. Cuando esto ocurre, éste volverá a su ciudad natal para cobrar de manos de su tío la herencia por la muerte de sus padres.
El libro segundo se ocupa de lo que le ocurrió por el camino hasta cobrar el dinero. En él se encontró con variopintos personajes: un loco inventor, un extravagante maestro de esgrima, un clérigo poeta de versos tan malos como prolijos, un soldado presuntuoso, un ermitaño y un mercader. Avergonzada de su familia huye de casa de su tío tras cobrar la herencia y se dirige a la corte. En su andadura se topará con el hombre que marcará su destino definitivamente. Un pícaro que le enseña cómo ganarse la vida sólo con aparentar.
El libro tercero trata de las andanzas de Pablos una vez en la corte, de las tretas de éste y de sus compañeros de “cofradía” hasta que todos fueron encarcelados. Es allí donde se destaca la hipocresía y el poder del dinero que hacen que Pablos salga de la cárcel bajo fianza. Luego cortejará a una dama por su dinero bajo un nombre falso. Sin embargo, para su desgracia, Ana, que así se llamaba aquella mujer, resultó ser la prima de don Diego Coronel que al descubrirle mandó que le diesen una paliza. Molido a palos y arruinado, mendiga por las calles hasta que se recupera y su labia le hace ganar nuevas riquezas con las que se va a la corte, a Toledo y de ahí a Sevilla hasta llegar a las Indias. Por el camino se hará representante, poeta e incluso galán de monjas. En este último capítulo se advierte al lector  de los peligros de la vida, las malas amistades y finalizará dejando una puerta abierta a una posible segunda parte, de la cual, no tengo constancia. Quevedo compuso, en fin, una magistral obra repleta de ese sarcasmo y humor ácido propio de la personalidad de su autor. El personaje principal, Pablos, narra sus peripecias dándole al lector el tratamiento de “vuesa merced”.  

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3 comentarios:

  1. La picaresca del pícaro Pablos hace de esta obra una de las novelas más divertidas e ingeniosas de la época.

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  2. Hola, Luis :)

    Me ha gustado mucho la reseña que haces de la obra, hasta el punto de que me planteo leerla en breve. Parece mentira, pero solo conozco los fragmentos que fueron de lectura obligatoria en el colegio. Se presenta apasionante!!

    Un abrazo y muchas gracias.

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    1. Me alegra mucho que haya sido de tu agrado, Julia C. La verdad es que la vida de Quevedo fue tan azarosa como la del pícaro Pablos.

      Un afectuoso abrazo y gracias por tu comentario.

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